Existen relatos que no dejan fríos tan sólo de leerlos y hoy te vamos a dejar una historia en la que el protagonista es el mismo Lucifer, pues una inocente niña oraba por él.
Se llamaba Alondra y vivía en un pueblo ubicado en Aguascalientes, y como muchas de las familias eran devotos a la religión católica y desde niños se les inculcaba rezar por las noches antes de dormir.
Lo que hacía especial a Alondra era que al final de sus oraciones por la noche pedía por la Lucifer.
la familia se dio cuenta de esto y llamó a un sacerdote que se encontraba en el pueblo y visitó a la familia.
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Después de cenar, la niña se fue a su recámara para rezar y retirarse a dormir, fue entonces que los padres de Alondra, preocupados por ella, invitaron al párroco para que escuchara los rezos de la niña.
Al finalizar su rezo dijo
“Y cuida a mi mami, a mi papi, a mi abuela y a mis hermanos y por favor cuida mucho de Lucifer, pues nadie pide por él, así que yo lo hago en su lugar. Amén.”
El sacerdote le dijo a los padres que la vigilaran bien pues no tenía una mala conducta y que espera que con el paso del tiempo olvidara esa oración, pero pasaron los días y la oración no cambió.
Un 24 de enero, los padres de la pequeña salieron a buscar comida al pueblo y ella se quedó con sus hermanos, pero sufrió un accidente y la vida de los padres cambió, pues además del dolor que sentían otras de las preocupaciones es que no contaban con los recursos suficientes para el servicio fúnebre.
De pronto llegó a su casa un cortejo fúnebre que era cargado por seis hombres muy elegantes y con ellos llegó un joven de facciones finas y vestido de blanco, a lo que las personas que estaban en la casa de la niña se sorprendieron mucho porque jamás lo habían visto.
El joven tomó a la pequeña entre sus brazos y la colocó en el ataúd mientras lloraba amargamente, y les dijo a los padres que los acompañaran para dar sepultura a la niña.
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Cuando el ataúd bajaba en el agujero, el hombre estalló en un llanto amargo que hizo erizar la piel de más de uno de los presentes y fue cuando los padres se acercaron a él, primero para agradecerle lo que había hecho por su hija, pues pensaban que se trataba de algún maestro de ella, pero lo que descubrieron los dejó helados.
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Cuando le preguntaron de dónde conocía a su hija, él se dio la vuelta y mientras se retiraba del lugar les dijo: “deben recordar el final de las oraciones de su hija”, fue en ese momento que los padres de la niña se dieron cuenta que estaban en presencia del mismo Lucifer.
“Todos me tachan de blasfemo el culpable del pecado, pero ella con su inocencia, sin ningún prejuicio pidió por mí hasta el final de sus días.”
Después de lo que dijo el joven desapareció entre las personas que se encontraban en el lugar, y se dice que desde entonces la tumba de la niña luce con rosas rojas que no se marchitan.