Que nuestros errores también tienen valor y hay que tener el valor de hablar de ellos

Esta es la primera vez que escribo para exorcizarme de la mala experiencia de la primera vez que me quedé totalmente en blanco, sigue leyendo la columna.

Jorge Valdivia
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Columan de Jorge Valdivia 17 de diciembre de 2024

Tarde o temprano, muchas veces más temprano que tarde, hacemos algo por primera vez. Yo, por ejemplo, esta es la primera vez que escribo para exorcizarme de la mala experiencia de la primera vez que me quedé totalmente en blanco en una charla sobre publicidad ¡Fue horrible!.

Era un ejercicio que ya había realizado de manera exitosa tiempo atrás, así que como ya la tenía dominada (creí), en esa ocasión quise hacerla diferente y como me gusta dibujar, me la aventé ‘unplug’, o sea, sin compu ni cañón y lo peor, literalmente sin red.

Así que me atreví a pararme frente al público armado sólo de un plumón ante un pintarrón blanco. Ya un poco avanzada la reunión, al voltear hacia el pizarrón y posicionar mi mano con el plumón para el siguiente trazo, así de la nada ¡ZAZ!. LA NADA. Sólo me quedé viendo la punta del plumón que no se atrevió a tocar la superficie blanca.

Sabía que de hacerlo sólo sería una pérdida de tinta, además a dónde correría el trazo si en mis ojos se notaba que la mano que lo sujetaba, estaba totalmente desconectada de eso que le ‘da órdenes’. Imagino que los presentes a mis espaldas esperaban que graficara lo que no les estaba contando.

¿Qué hago?, me preguntaba a mí mismo, como si yo supiera la respuesta. ¿Qué hago?, creo que me lo pregunté un par de veces más mientras borraba lo que ya antes había plasmado, no sé si para ganar tiempo o para ignorar lo que yo mismo me cuestionaba; de repente tenía ganas de salir corriendo, de tirarme al suelo y hacerme el ‘muertito’ y en la confusión esperar que algo me rescatara de ese bloqueo.

No encontré respuesta en ese momento y un tanto por reflejo me di la vuelta quedando de frente a quienes esperaban algo diferente a lo que estaba a punto de salir de mi boca.

Bajé mi vista, le puse el tapón al plumón negro, lo tomé con ambas manos y dirigí la mirada a las personas presentes y les dije: “Me quedé en blanco. No sé qué me pasa.

Nunca me había pasado. Es la primera vez que me pasa esto”. Me disculpé y pedí que me hicieran preguntas sobre lo que hasta ese momento habíamos tratado, así retomé el hilo y al final salió, no como yo esperaba, como la primera vez que di esa plática. ¿Qué pasó?. No sé.

Le echo la culpa al exceso de confianza. Siempre he tenido un ‘algo’ en mi estómago antes de cualquier presentación. Siempre. Esa vez, curiosamente, ha sido la única vez, que no sentí nada en mi ‘pancita’. Aprendí que equivocarse enseña. Que nuestros errores también tienen valor y hay que tener el valor de hablar de ellos. Felices fiestas y que el 2025 venga con la oportunidad de muchas primeras veces.

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