El hallazgo se dio en un cementerio polaco, en la localidad de Pień, donde el profesor Dariusz Poliński dirigió una excavación arqueológica, la cual llevó al descubrimiento de la supuesta tumba de un vampiro.
Los elementos que los llevaron a considerar que se trata de la tumba de una mujer a quien en ese entonces creyeron “vampiro”, es porque los restos tenían una hoz en el cuello, con lo que se supone que evitarían que se levantara de entre los muertos.
Una hoz es una herramienta afilada, la cual le fue colocada en el cuello, de tal manera que si intentaba levantarse, se cortaría el cuello .
El cadáver tenía un gorro de seda y tenía visiblemente dientes frontales sobresalientes, lo que en ese entonces era una señal que evidenciaba sus tendencias vampíricas de chupar la sangre de los humanos.
También tenía un candado cerrado en uno de los dedos de sus pies, esto con la intención de que no pudiera levantarse nunca más.
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Miedo a los vampiros
Durante el siglo XVII y XVIII, era muy común que tuvieran este tipo de prácticas de entierro y debido al miedo que les provocaban los vampiros , hacían rituales “anti vampiro”.
Tenían la creencia de que algunas personas salían de la tumba siendo monstruos chupadores de sangre y que aterrorizaban a los vivos, por lo que en Polonia hubo una “epidemia de vampiros” y era muy común que enterraran a personas de esta forma.
Incluso a algunas les cortaban la cabeza o las piernas, lo colocaban boca abajo, para que mordiera el suelo, luego lo quemaban y lo aplastaban con una piedra.