Así inicia una canción del grupo Police, seguramente inspirada en la imagen que se pudo
apreciar el 21 de julio de 1969, cuando por primera vez un hombre, para ser más precisos, Neil Armstrong, puso los pies sobre ese satélite que gira alrededor de nuestro planeta.
Todo se veía tan lento y contrastante, desde ese día, hemos venido dando pasos gigantescos acelerada y desmesuradamente con tecnología cada vez más compleja que facilita nuestra actividad diaria.
Aunque la humanidad pisó la luna por primera vez hace más de 50 años, de “andar en la luna”, seguro tiene desde que dio sus primeros pasos en la tierra. Me gusta la idea de que una hermosa noche de luna llena, uno de nuestros ancestros quedó absorto viendo esa luminosa pelota espacial y soltó a volar su imaginación, y otro de nuestros abuelos al verlo tan distraído, tan ausente, le dijo: “Epa!, andas como allá arriba, en la luna”; y a partir de ese momento cada vez que alguien es paralizado por una idea que lo aparta momentáneamente de la realidad, se le dice que “anda en la luna”.
Y desde entonces, a cualquier persona le pasó, le pasa y seguramente le pasará, que al andar en la luna, alguna “torre de control” interrumpe su viaje y lo hace aterrizar en el salón de clases, en la casa, en la oficina, etc,. Esto no debe darnos vergüenza, seguramente le pasó infinidad de veces a D’ VINCI, por eso tuvo tantos alucines como el helicóptero, el submarino, el paracaídas, o a JULIO VERNE, que de tanto andar en la luna, decidió hacer el Viaje al centro de la tierra.
Atrevámonos a andar más en la luna. A contemplar las cosas desde otro punto de vista, la mayoría de las veces esto nos conduce a realizar cosas inimaginables. Este tipo de viajes que empiezan en nuestra cabeza, son los que llevaron precisamente a la humanidad a caminar sobre la luna.
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